miércoles, 14 de julio de 2010

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"... Sabemos que lo impensable pulsa por devenir obra a través de la búsqueda de la forma, es decir: determina una estética"
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(Sara Cohen,
en su prólogo a "El sonido de la montaña", de Yasunari Kawabata)
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IGLÚ

Una ficción científica sobre un bello espectáculo

(a partir de "Amor a mano", de Andrea Servera)



(falta aquí la imagen con su trama de estrellas
de la tarjeta-programa del espectáculo...
¡no pude ubicarla en la Web y subirla!)



Guardé la tarjeta azul en el bolsillo de mi morral y ahora, quince días después, la estoy cobijando en el hueco de mi mano al modo en que uno acuna las estampitas de cielo. Hace dos horas que camino sin destino, por necesidad no más de sentir el cuerpo. Sentir que si este amor se me está yendo, al menos algo puedo hacerle a mi alma para que no se vaya también (¿porque dónde está el alma sino en este cuerpo que me tiembla debajo de todas las estrellas de Parque Centenario?).

En el parque, ahora me estoy dando cuenta del punto al me ha llevado la memoria de mis pies, se levanta un raro edificio que tiene el mismo cuenco de mi mano pero invertido, como un iglú donde las lágrimas pueden guardarse de su propia aguacero. Me acerco a él y a pesar de la noche y lo oscuro, aletean voces en su interior. Alguien que canta como la mujer de "Amor a mano", o alguien que baila como esos dos seres que se besaban con amor esquimal. He escuchado por allí que el espectáculo de Servera es naif.

Quince días después de verlo, de ser ése el caso, digo que he aprendido que lo naif es un asunto de moléculas y química: la única droga que tengo a mano en esta noche donde las estrellas me están bordando las tripas. Pego el cuerpo a la pared del edificio. Me atraganto con la última gota débil de la canción que llega. Me vuelvo esquimal, levanto la cabeza, veo los dibujos del cielo. He escuchado por allí que esto a lo que estoy adherido es un observatorio. Un observatorio es eso que han construido los hombres que prefieren buscar en la trama de estrellas, el mapa agudo del cuerpo.

Esta noche confirmo lo que ya sabía: no hay modo de escapar al amor porque en el cuerpo se agita. Este cielo, tan a mano, es testigo.



Guillermo Cabado

PD: ¡Cuánto me ha gustado tu obra, Andrea!


a

lunes, 12 de julio de 2010


"LA FORMA DE LAS COSAS" (de Neil Labute)

(
o la verdad del deseo)



Ayer nos juntamos a darle forma a lo que vimos/sentimos/oímos de la obra dirigida por Daniel Veronese.

Aquí sólo un par de líneas de las tantas cosas surgidas:


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Una película que he sugerido para poner en diálogo con esta obra:
"Vértigo" de Hitchcock

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Se habló del conflicto que instala de entrada la obra:

"forma tímida y vueltera" vs "forma frontal y auténtica" (ay, las formas...)

En ello estábamos cuando al calor de lo que fue sucediendo con ese choque de fuerzas, alguien planteó:
"¿se puede creer más en lo que se ve que en las palabras?".

Ipso facto apuntamos:
el problema de esa pregunta es que nos deja girando en redondo,
¡porque todo lo que vemos, lo vemos con palabras!.

¡¿Eh?!

Ejemplo (de hecho pasó con público de la obra, ¡pasa todo el tiempo con las personas!):

la tendencia a darle forma a las formas que se ven.

(es decir que las formas siempre están "formateadas" por el que mira, siempre están "contaminadas" de significaciones)

Así:

El público ve en el inicio de la obra a un hombre y a una mujer que empiezan a relacionarse.
Pero esa "forma hombre" y "esa forma mujer" son para ese público "un tipo dubitativo, temeroso de nombrar las cosas por su nombre" y "una mujer resuelta que llama a las cosas por su nombre".

Ya en eso uno puede oler el perfume del "formateo" de las formas. Sin embargo alguien más del público nos objeta: "che, todos vimos lo mismo, no hay ningún formateo, es objetivo".

Tiramos entonces un poquito más de la piola y nos encontramos con que ese público mientras ve esas formas piensa, casi sin darse cuenta:
"mmm, ¿qué hace semejante hombre con esta mujer?".

¿Qué hay allí sino esa tendencia a darle forma a las formas, a ver con los anteojos de un ordenamiento simbólico que sostenemos de antemano y en el que las cosas con sus formas han de calzar sí o sí? (si no calzan, no hay problemas: le agregamos, o le quitamos, un poquito de carne)


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¿No hay en ese darle forma a las formas una tendencia que es propia del amor?

Más aún: ¿no hay en el amor cierta necesidad de calce sin remanente?


Surge otra resonancia de obra, ahora teatral:
"Pigmalión" de Shaw

Y surgen dos resonancias más, en el cine:

"El tiempo"
de Kim ki duk respecto de lo que en cada quien se agita (y la compulsión a resolverlo a nivel de las formas que se pueden formatear)

y "La prueba" (¡ojo!: no aquella en la que trabaja Anthony Hopkins sino una australiana dirigida por Jocelyn Moorehouse en 1991): la historia de un ciego que saca fotos porque está convencido de que con las palabras se puede mentir pero con lo que está a la vista no. (je...)


***

Un procedimiento dramatúrgico que me parece activa Labute, sirviéndose de esa tendencia a darle forma a las formas:

inyecta en el público la sospecha de la infidelidad,
la desliza bajo sus pies como una cáscara de banana.
Una infidelidad que va muy bien con aquella tendencia, ya apuntada, a ordenar el mundo:
"la extrovertida con el extrovertido, el vueltero con la vueltera..."

Una vez que el público está ocupado en las formas adecuadas de las cosas...
pasa lo que pasa.
Sorpresa.

***

Apunte de una frase de Pablo (Fernán Mirás), ya sobre el final:

"en el arte tiene que haber una línea separadora entre el decir algo y el llamar la atención"


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Por último, y sin develar el final de la obra:

esa escena filmada, pasada una y otra vez...
¿qué es sino la prueba de que aquello que es del orden del deseo no se resuelve a nivel de las formas, aunque ellas le presten su soporte?
(ya sabemos: las formas en su vertiente de palabras y en su vertiente de imágenes).

¿Qué otra cosa le sucede a Pablo sino vivenciar el deseo?.
(que es lo mismo que decir:
experimentar que el otro nunca es objetivable, nunca es de una sola pieza)

¡Ojalá todo pudiera cerrarse con un "ella es tal cosa y quería tal otra"!...

Pero no: hay un resto, enigmático.

Algo del deseo de ella no puede reducirse a eso.

Y esa escena que rebobina una y otra vez es la prueba.

Tal vez Pablo, como Scottie en "Vértigo", se esté preguntando:
"¿qué hay en la cabeza de una mujer?".

Mientras tanto, arriesguemos aquí un cierre a este par de reducidos apuntes:

el deseo,
lo que resta de la forma de las cosas.



sábado, 10 de abril de 2010





BAILARINAS DE DEGAS
BAILAN CAJAS CHINAS
EN EL VIENTRE DE LA PRENSA




(escrito dictado por las vibraciones que desde el piso del antiguo edificio de "La Prensa" se te meten por las plantas de los pies mientras asistís a "Estructura suspendida", intervención de Lucio Capece, Andrea Servera, Karin Idelson y Bibiana Scholnik, con participación especial de Andrea Fernández, Fabiana Capriotti y Pablo Kun Castro y vestuario de Vicky Otero)



Un conejo en zapatillas trajina las paredes en el patio de mi abismo. Yo no encuentro mi máquina de escribir y él no encuentra la salida. Sé que la he dejado por aquí. Él se ha quitado el saco. Presumo el calor de su prisa, del tamaño de la mía: hace veintidós años que debo entregar el tiro de gracia a montar en la portada. Pero la máquina.





Repaso los lugares posibles donde hallarla: las escaleras, el cuadrito en el pasillo con el plano de salidas de emergencia, el enrrejado de los ascensores, las volutas paliduchas de las lámparas, las baldosas florecidas de las galerías, las placas de bronce detrás de los músicos. No ha de ser que este edificio se tragara mi Olivetti. Debe estar en un recodo, o en el bies de algún balcón. Teclas negras tiene. Es inconfundible: teclas negras como bailarinas de Degas. Saltarinas como Alicia cayendo por el pozo de la historia. De piecitos con zapatillas: certeras golpeteantes de una hoja de baldosas.


¿Es seguro un espacio interior?. No las puede haber devorado el cemento. Esto pasa siempre con las mujeres: los mejores trazos de uno se suspenden de sus pasos. Luego te distraés, un instante te distraés, como este conejo sin saco que yerra por el patio, y les perdés el hilo de sus músicas.


Necesito recuperar el paso. Negras como bailarinas de Degas, me golpean en las sienes. ¿Es seguro un espacio interior?. El conejo ya no corre. Ellas. Sin ellas no habrá editorial ni gobierno que voltear. Sólo fantasmas que bailan en mi plano de emergencia.



(imágenes reproducidas: obras de Rebecca Horn y de Kazimir Malevich; imágenes que se me escabullen: las de "Estructura suspendida"; quien guste verla acaso encuentre sus propias resonancias)




Nota:
desde aquella intervención de Mariano Pensotti en el pasaje Rivarola que no disfrutaba tanto de esta vertiente del arte. Por mi parte, con Cintia Miraglia y La Todo Mal Orquesta nos quedamos con las ganas de concretar en el FIBA una intervención en el secreto encanto del puente que une Soler con Ciudad de la Paz: justo Telerman le mejoró la vida a los vecinos emprolijando el lugar. Donde sucedía el encanto ahora hay un centro de gestión vecinal. Y está bien. Aún así, quien ande por allí podrá ver algunas de sus pequeñas maravillas. Por caso: el loco árbol que ha insistido en nacer no desde nuestra horizontal sino desde una perpendicular; a pedir de conejos. Misteriosa Buenos Aires.



ALGUNOS DÍAS DESPUÉS
LLEGO A ESTAS FOTOS DE "ESTRUCTURA SUSPENDIDA"
REALIZADAS por DAMIÁN BENETUCCI



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martes, 2 de junio de 2009


"Minetti" de Thomas Bernhard


"Dos esqueletos se disputan un arenque recogido" (James Ensor)

"Intriga" (James Ensor)


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Acto I, Escena IV de "Rey Lear"

LEAR.-¿Hay aquí alguien que me reconozca?
¿Es éste Lear? ¿es Lear el que anda? ¿es Lear quien
habla? ¿están abiertos sus ojos?.
Por fuerza su inteligencia está debilitada y su razón sumida en letargo...
¿Yo, despierto?... No puede ser... ¿Quién podrá decirme
lo que soy?... La sombra de Lear. Quisiera saberlo,
porque estos indicios de soberanía y las luces
de la razón y de la reflexión podrían persuadirme,
erróneamente, de que he tenido hijas. ¿Vuestro
nombre, bella dama?

***

¿Es seguro que alguna vez el director del teatro le haya dicho a Minetti que se reuniría con él en el hotel de Ostende?
¿Podría ser parte de una última representación?

Eso que sucede entre esos dos cuerpos presentes en la escena montada por Ianni, ¿puede que en algún punto no termine de suceder?, ¿podría ser que algo de las reglas de juego que Gené, Ianni y Francia produjeron (como suelen producirse en teatro: más allá de la voluntad y de los contenidos de la obra) en algún momento queden interrumpidas y no se jueguen hasta el final?.

¿Será sólo por los juegos del azar que aquella hija preferida de Lear se haya ausentado en Francia?

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"Thomas Bernhard presenta en el festival de Berlín una crónica teatral de la decrepitud"

VICTOR L. OLLER - Berlín -

Publicado en diario El país, de España, 06/06/1984

Fragmento

Literatura y música

En la sucesión de sus obras se patentiza su interés por los personajes que conforman el mundo del espectáculo en general, desde el títere hasta la diva del bel canto, pasando por el artista de variedades, los payasos, los domadores y los actores.Llega su empeño hasta darle a una de sus más famosas obras el nombre del actor que la estrenó, Minetti, retrato del artista como hombre viejo (1976). El análisis de los impulsos que llevan al actor a ejercer su profesión y la inmersión en esas turbulentas almas que rebosan egolatría, narcisismo, mediocridad y grandeza, así como el estudio minucioso de las fuerzas, o las furias, que hacen posible la existencia del arte dramático, son temas dilectos de sus últimas obras

lunes, 23 de marzo de 2009




PARA IR PICANDO, LES MANDO UN PAR DE PREGUNTAS QUE ME FUERON SURGIENDO DESPUÉS DE VER "LA PESCA":




1) sobre el programa que nos dieron al ingresar:


a) toda la página 2 está bajo el título "El territorio" (así como la 3 lo estará bajo el de "referencias"). ¿Hay algo que les llame la atención de lo que queda incluido bajo la rúbrica "el territorio"?.

b) En la página 4, digamos "la ficha técnica": ¿hay algo que les llame la atención respecto de los ítems listados?

2) Yo no puedo afirmar que el autor de la obra haya decidido dialogar con él, pero de todos modos hay un tópico de la literatura norteamericana con el que uno puede asociar este material, en especial por el peso que tiene la suerte final de Atilio. En esa línea hay dos clásicos de la literatura del siglo XIX y del XX que al menos a mí se me han venido a la mente (tienen la particularidad además de haber sido traspuestos a otro lenguaje: el cine): ¿uds asocian La pesca a algún libro?

3) si tienen ganas y tiempo recuerdo una película que quizás nos permita dialogar con lo que sucedía en escena ayer (diferencio lo que sucede de una cuestión de tópicos o de temas): "A river runs through it" ("Un río la atraviesa") (dirigida por Robert Redford con un joven Brad Pitt, 1992). Creo que aquí se tradujo como "Nada es para siempre", aunque en otros lados se tituló "El río de la vida". Algo del relato de la película corre a través de la pesca con mosca.

sábado, 28 de febrero de 2009

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"LA OMISIÓN DE LA FAMILIA COLEMAN"
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(un par de detalles sobre la obra de teatro de Claudio Tolcachir)


Este material pertenece al recorrido del 2008, hacer clic en la foto: